domingo, 22 de noviembre de 2009

El misterioso caso del niño que levitaba. 2ª parte

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De modo que era eso…

Tras ver el vídeo un par de veces, me giré hacia A y le dije "Mira, yo todo lo que veo aquí es cómo levantas los talones y el pie izquierdo apoyándote en la punta del pie derecho, que queda detrás y no se ve en el vídeo". Fin de la historia. Un fraude. Entre sus gritos de indignación me dirigí hacia la puerta para avisar a los demás cuando de repente su tono cambió por completo. "Eh, lo has clavao, lo has clavao", me dijo antes de que me diera tiempo siquiera a abrir. "¿Crees que los otros se lo creerán?", continuó. El oír esto me pilló de sorpresa. ¿Ahora me tomaba como su aliado?

Sin embargo el tema tenía más miga de la que podía aparentar en un principio. Me detuve a pensar: ¿qué pasaría si iba con el resto y les contaba mis conclusiones? ¿Las aceptarían sin más? ¿Confiando en mi criterio sin cuestionárselo? Recordé lo que sucedió en una clase de tecnología, más de dos años antes, cuando el profesor pidió que levantáramos la mano si pensábamos que la respuesta correcta a una pregunta era una cosa u otra. Decidí probar a no hacer nada en la correcta y levantar la mano en la errónea, y pude ver cómo absolutamente toda la clase respondió mal fijándose en qué contestaba yo. Fue divertido y amargo al mismo tiempo. Es duro contemplar directamente la facilidad con que las personas delegan en otras el esfuerzo de pensar por uno mismo las cosas, de aplicar el sentido crítico. ¿Ocurriría aquí lo mismo? Siempre podía convertir esto en la broma de este año haciendo un pequeño experimento (sí, solía gastar una broma por el estilo cada verano).

De modo que me puse manos a la obra. Le dije que los brazos no eran visibles en el vídeo al estar manteniendo el equilibrio con ellos, así que si trataba de hacerlo con las manos apuntando hacia abajo con los brazos cerca del cuerpo tal vez sería mejor. Le costó más mantenerse pero no fue un gran problema. También se hizo alguna toma con B pasando la funda de algún videojuego por debajo de sus talones para añadir credibilidad. Cuando estuvimos satisfechos con el resultado fuimos al salón donde estaba el resto, y ante la dificultad con que me estaba encontrando para reprimir la risa, traté de enmascararla con una gran sonrisa de satisfacción.

"¡Ya sé cómo lo hace!", dije. Los vídeos se mostraron a los presentes. "Pero… ¿levita de verdad?", preguntó alguien. Mi respuesta fue directa: "¡Sí!" Y a continuación dije algo así como que podría estar relacionado con el equilibrio de electrolitos, el metabolismo… y cosas que cualquiera con conocimientos de bioquímica sabría que no tiene mucho sentido. Pero ninguno de ellos había cursado la biología de segundo de bachillerato, así que estaba en ventaja respecto a eso. Las reacciones fueron variadas: algunos no acababan de creérselo, pero no dijeron mucho; una persona (la llamaremos, en un alarde de originalidad, "D") comprendió realmente todo lo que esto implicaba y uno podía ver por su expresión cómo su cabeza daba vueltas porque todo lo que daba por supuesto acababa de dar un vuelco increíble… y C, el hermano de B, dos años mayor que yo, me abordó cuando estaba solo y me dijo "Oye, es mentira, ¿no…?", queriendo preguntar que si estaba gastando una broma. Le respondí afirmativamente, y se convirtió en un cómplice. Me dijo que él había notado el truco en el vídeo por lo mucho que se tensaba el gemelo de la pierna derecha de A, que soportaba todo el peso. Era bueno. Al menos una persona más se había dado cuenta con el primer vistazo.

En cuanto al resto, a cada pregunta que hacían yo respondí como si fuera absolutamente cierto. Quería ver hasta dónde podía llegarse con esto antes de que el asunto se descubriera. No recuerdo los detalles generales de cómo evolucionó el tema (hubo comentarios y similares aunque no muchas conclusiones), pero no mucho después casi todo el mundo se fue yendo a casa, ya que era tarde. No obstante, D, junto con mi hermana, insistió en que le confirmásemos cómo podía ser. Pensando posibilidades, pronto intentaron ver si con determinadas posturas de los pies podría lograrse. "Casi… muy cerca…", pensaba yo mientras tanto, alegre aunque siguiera insistiendo en que la levitación se había producido. Conforme se acercaban más y más a lo que ocurrió realmente, C empezó a decir "tal vez…", "podría hacerse así…", y yo por mi parte decía que era hora de que mi hermana y yo subiéramos a casa ya. Pero poco después dieron con la postura correcta, y al parecer C les confirmó sus sospechas, de modo que vinieron a preguntarme a mí. Mi respuesta fue algo confusa: "¿Eso os ha dicho…? Pues no sé…", y ni confirmé ni desmentí nada. La cara de mi hermana indicaba que no se creía nada de lo que estaba diciendo mientras subíamos, y la risa volvía a hacerse difícil de aguantar. Sin embargo, cuando estaba en la cama le mandé un SMS a C diciendo que con suerte tal vez el día siguiente se pudiera mantener todavía, ya que les había hecho dudar ligeramente de nuevo. Me respondió que sí, que la mantuviese, que era divertido.

Sin embargo, al día siguiente, antes de que pudiéramos hablar del tema, mi hermana se acercó a mí con cara recelosa y me dijo que me había cogido el móvil y había visto el SMS. Aquí la risa ya no la pude retener. Me hacía gracia que la cosa hubiera llegado a ese extremo. Así que estando en la playa ya desvelamos lo que había ocurrido realmente. En general la impresión fue buena. Al principio pensaban dejar que yo desvelara el asunto, pero cuando se vio que no podían fiarse de mí para este caso concreto, algunos de ellos buscaron la explicación por sí mismos. Al menos había promovido algo de escepticismo, que era la razón principal de hacer esta broma en primer lugar.

Y mi hermana es capaz de leerme los mensajes del móvil… Pero bueno, tal vez en este caso el fin justificara los medios.