domingo, 12 de noviembre de 2017

El Café Cuántico 3x08: Emergencia planetaria

Ya iba siendo hora de que terminase de poner en el blog los programas de la tercera temporada de El Café Cuántico, que presenté el año pasado junto a Elena Denia y Antonio Sánchez. Especialmente tras conocer la noticia de que nuestro 6º episodio ganó el Prisma de Bronce al mejor programa en radio emitido en 2016. Los premios Prismas son una iniciativa de los Museos Científicos Coruñeses (Ayuntamiento de A Coruña) que pretende potenciar la difusión de la cultura científica en España y apoyar a todos los profesionales que trabajan en este campo, y la ceremonia de entrega tendrá lugar el próximo sábado 18 de noviembre en el salón de plenos de dicho ayuntamiento.

Sin más dilación doy paso al programa que emitimos el 10 de marzo de 2016, que puede escucharse aquí:



Ese día conté (en el minuto 2:44) que faltaban pocos días para que se iniciaran perforaciones dedicadas a estudiar el cráter del impacto que acabó con tantas especies de dinosaurios hace 66 millones de años. Por supuesto, la perforación ya se llevó a cabo hace más de un año, con resultados prometedores. Antonio dio la noticia (4:01) de que se habían sintetizado por primera vez cristales de monóxido de kriptón, y en Cienciadicción (6:33) Elena nos habló de la novela gráfica Cosmicómic, que narra la historia del descubrimiento de cómo se originó el Universo usando como punto de partida el trabajo de Arno Penzias y Robert Wilson. Por mi parte, en la sección Bajo el microscopio (13:04) respondí a la pregunta que mucha gente lleva tiempo haciéndose: "¿A qué huelen las nubes?".

En La llamada experta (18:00) tenemos al doctor en física y filosofía Martín López Corredoira, quien nos ha ofrecido su visión sobre la actual era científica, y terminamos el programa con una tertulia en pos de la sostenibilidad desde el ámbito científico y educacional (34:50). Para ello hemos contado con Amparo Vilches, profesora titular del Departamento de Didáctica de las Ciencias Experimentales y Sociales de la Universitat de València. Aquí quiero aprovechar, antes de que alguien lo malinterprete, para recalcar que Vilches usa varias veces la palabra «holístico» en su significado original, relativo a analizar un sistema teniendo en cuenta todas las partes en su conjunto y no por separado.


Y a continuación, como era usual, se encuentra la transcripción de mis dos secciones en el programa para quien prefiera la versión escrita, y con enlaces extra para ampliar información sobre sus contenidos.

Noticia de actualidad:
A finales de este mes, una plataforma oceánica empezará a perforar en el golfo de México para llegar al cráter de Chicxulub, la huella del impacto que mató a tantos dinosaurios hace 66 millones de años.

El borde del cráter, que ahora ya está enterrado, tiene unos 180 km de diámetro, pero además tiene un anillo extra situado a medio camino entre este borde y el centro, que se espera que ocurra en impactos tan grandes. Sin embargo, en otros impactos así en la Tierra ya se ha erosionado, y el resto de ejemplos conocidos se encuentran fuera de nuestro planeta, así que obtener muestras de esta estructura en Chicxulub permitirá comprobar si nuestros modelos de cómo se forma son acertados.

Ya elegido el sitio donde mejor perforar, el taladro excavará primero hasta una profundidad de 500 metros en la caliza, y a partir de ahí se irán extrayendo muestras de los siguientes 1000 metros durante dos meses. De estas muestras se analizarán los minerales de la estructura y los depósitos de material expulsado por el impacto, y se buscarán microfósiles que pudieran contar la historia de cómo se recuperó la vida marina tras este cataclismo. En esta estructura en forma de anillo, además, se espera que las rocas estén fracturadas y rellenas de minerales debido a flujos hidrotermales. Aquí se analizarán muestras de ADN para ver los microbios que pudieran vivir a esa profundidad actualmente.

Es una investigación interesantísima, ¡y estaremos al tanto de los detalles!

[En el artículo de Wikipedia en inglés sobre el cráter hay un resumen de los resultados obtenidos en esta investigación desde entonces.]

Bajo el microscopio:
Hoy seguimos dando respuestas a los oyentes. Istel, desde Madrid, nos pregunta: "¿a qué huelen las nubes?". Y especifica que va en serio, que es una duda que tiene desde hace tiempo, y quiere una explicación científica al respecto.

Pero las nubes no huelen a nada, ¿no? Las nubes son agua…

En efecto, las nubes que solemos ver en el cielo están compuestas de muchísimas gotitas de agua líquida suspendidas en el aire —no son vapor, puesto que el vapor de agua es invisible—, y el agua, como sabréis, es insípida e inodora. Entonces, al inhalar parte de una nube entrará agua en las fosas nasales y notaremos la humedad, pero nosotros olemos las sustancias cuando sus partículas se disuelven en la mucosidad que rodea a las células detectoras, porque así llegan a las dendritas de estas neuronas. Si a la mucosidad le llega agua, pues notaremos más agua, pero no habrá sustancias nuevas que detectar. Y para probar a inhalar parte de una nube puede hacerse simplemente respirando hondo un día de mucha niebla, puesto que las nubes están hechas de lo mismo. Una forma alternativa es lo que me pasó el año pasado viendo un eclipse de Luna en el Teide, que llegó un momento en el que la altura de las nubes subió y llegó a nosotros, y nos vimos justo en el sitio por donde las nubes cruzaban de un lado a otro de la montaña. Pasamos mucho frío con la humedad, pero no se olió nada.

¿Entonces… ya está? ¿Damos por respondida la pregunta?

No tan rápido, Antonio. Porque hay ciertos casos en los que sí pueden olerse cosas. Por ejemplo, no sé si habrán notado alguna vez que cuando una tormenta se aproxima, el ambiente tiene un olor algo característico, un poco acre. Este olor se debe al ozono que se produce en las descargas eléctricas de los rayos, o incluso sólo con los enormes voltajes que hay en la nube, que disocian las moléculas de oxígeno en dos átomos sueltos inestables, que luego se combinan con otras moléculas de O2. Las nubes de tormenta eléctrica, que son más peligrosas de oler que las tranquilas, huelen algo a ozono. Es el olor "a lluvia" antes de que ésta haya llegado.

Vaya… ¿y hay algún otro tipo de nube que huela?

Pues… unas nubes que seguro que todos estarán de acuerdo en que tendrán olor son los pirocúmulos. El prefijo "piro-" significa "fuego", y este nombre se le da a nubes asociadas con grandes incendios y erupciones volcánicas. Cuando éstos tienen lugar, gran cantidad de aire caliente con humo y cenizas se eleva hasta llegar a alturas donde el agua empezaría a condensarse, y si hay suficiente humedad, las partículas de humo y ceniza actúan como núcleos de condensación de estas gotas que formarán parte de la nube. Estas nubes, por supuesto, olerán a humo y ceniza, así como a otros gases que provengan del fuego o la erupción. Pero no recomiendo intentar olerlas de cerca, claro.

Pues sí que ha dado de sí el tema al final, sí.

Y podríamos seguir… La Tierra, después de todo, no es el único cuerpo del sistema solar que tiene una atmósfera con nubes. En Venus, que tiene una atmósfera de dióxido de carbono, las nubes son de ácido sulfúrico y dióxido de azufre, con lo que tendrían un olor acre y a podrido. En Marte la atmósfera también es de dióxido de carbono, pero allí las nubes son de hielo de agua, y no olerían excepto por el polvo atmosférico que puedan contener, con olor a óxidos y sales. En Júpiter, un gigante gaseoso, unas nubes huelen a amoniaco; otras, de sulfuro de hidrógeno, huelen a huevos podridos; y algunas olerán a almendras amargas por su contenido en cianuro. Saturno tiene nubes que también olerán a amoniaco y azufre, pero además una de sus lunas, Titán, tiene una atmósfera de nitrógeno con nubes de compuestos de carbono que huelen un poco a… gasolina. Y por último, quedan las atmósferas de Urano y Neptuno, que al estar compuestas de hidrógeno, helio y metano apenas huelen a nada, pero también pueden tener nubes de amoniaco y de sulfuro de hidrógeno, con sus olores correspondientes.

De modo que ya saben: la próxima vez que alguien les pregunte "¿a qué huelen las nubes?", pregúntenles a qué tipo de nube se refiere, y de dónde. Que el tema da para mucho.