Cuando llegué a su altura, y como era de esperar, me abordaron. El diálogo que hubo a continuación es más o menos el expuesto bajo estas líneas.
Uno de ellos, con su acento extranjero (¿por qué siempre son extranjeros? ¿Tan poca gente captan aquí? ¿O no confían en la gente captada en España para seguir captando gente?), me preguntó algo sobre si quería encontrar a Dios o algo parecido, no recuerdo exactamente.
—No, no, yo no creo en… —dije con un ademán mientras trataba de pasar de largo.
Con una sonrisa, me dijo entonces:
—Pero si no informas, no sabrás si crees o no…
—Pero si no informas, no sabrás si crees o no…
Yo ya estaba de espaldas a él, pero una sonrisa se dibujó también en mis labios. Me detuve, y me di la vuelta.
—Bueno, es que lo que he dicho no es exactamente correcto. Más que no creer, yo es que soy agnóstico.
—¿Agnóstico…? No sé qué es la palabra… —Dijo algo confuso.
—Bueno, es que lo que he dicho no es exactamente correcto. Más que no creer, yo es que soy agnóstico.
—¿Agnóstico…? No sé qué es la palabra… —Dijo algo confuso.
La verdad es que me sorprendió que siendo personas dedicadas a la religión no conocieran su significado, sobre todo cuando en inglés la palabra es prácticamente igual que en castellano…
—Pues agnóstico significa que ni crees ni no crees. No puedes tener pruebas ni de que Dios existe ni de que Dios no existe, por tanto da igual lo que creas…
—Entonces dices que no creerás hasta que no tengas pruebas, ¿no?
—¡No, es que no puedes tener pruebas! —Sonreí.—Es imposible demostrar que Dios existe o no, por eso digo que para mí importa poco creer… No tiene mucho efecto hacer una cosa u otra…
—Hm… —reflexionó.
—Pues agnóstico significa que ni crees ni no crees. No puedes tener pruebas ni de que Dios existe ni de que Dios no existe, por tanto da igual lo que creas…
—Entonces dices que no creerás hasta que no tengas pruebas, ¿no?
—¡No, es que no puedes tener pruebas! —Sonreí.—Es imposible demostrar que Dios existe o no, por eso digo que para mí importa poco creer… No tiene mucho efecto hacer una cosa u otra…
—Hm… —reflexionó.
Era como si nadie le hubiera planteado nunca esta cuestión. Pero entonces el segundo mormón, que había permanecido callado todo el rato, comenzó a hablar. Noté que tenía una mirada recelosa.
—Pero lo que tú dices no es cierto… Porque yo he sentido cosas que sólo pueden ser Dios.
—Pero lo que tú dices no es cierto… Porque yo he sentido cosas que sólo pueden ser Dios.
No recuerdo si añadió que las había sentido leyendo la Biblia, pero me vinieron a la cabeza todos los documentales que había visto años atrás sobre las experiencias místicas, en los que se explicaban los cambios en la actividad cerebral que se producían en ese estado, y que causarían probablemente las sensaciones que describen quienes pasan por ellas. De modo que respondí.
—Mmm… bueno, es que lo que dices es que tú interpretas que eso es Dios, pero yo pienso que puede ser otra cosa. —¿Dije algo de la explicación de arriba? No estoy seguro. —Uno puede interpretar que eso es Dios, pero puede tener otra causa, no tiene por qué ser esa.
Más tarde, hablando con algún amigo sobre temas teológicos (Erráticus, hazte ya un blog al que pueda enlazar, hombre), he reflexionado más sobre el problema. Y creo que lo más importante para determinar la existencia o no de ese dios, es su definición. Poniendo ejemplos, tenemos el Dios de las religiones monoteístas, "conocido" por muchos, pero incluso éste tiene muy diversas interpretaciones. Uno puede tomar literalmente lo que dicen las escrituras, o ir más allá. Algunos consideran que Dios es la propia naturaleza, o por extensión, todo el Universo. No tendría problema alguno en decir que creo que Dios existe, si por Dios entiendes el Universo mismo, puesto que de hecho, lo estamos percibiendo y midiendo constantemente. Otros pueden afirmar que Dios son las leyes naturales que rigen y determinan el mundo, teniendo de esta forma el control sobre el mismo, o incluso podría entenderse Dios como la continua creación de estados de partículas a partir de la indeterminación existente en el reino cuántico. Y podríamos seguir y seguir. De modo que en ocasiones, cuando me preguntan si creo, les digo que antes de responder me definan "Dios". Y a muchos les sorprende esta pregunta, asumiendo que la única posibilidad es la primera mencionada.
Pero si nos ponemos con un Dios cuya existencia es infalsable, mi postura es más o menos la de la conversación de arriba. Aplicando la navaja de Occam, actúo en la mayoría de las ocasiones como un ateo, pero siendo totalmente estricto, y al ser infalsable, simplemente no tiene respuesta. No se puede afirmar ni que existe ni que no existe Dios. Sencillamente… la pregunta no tiene sentido. No puede responderse.
Éstas son mis razones para definirme como agnóstico, aunque existe toda una serie de nombres para estas cosas. En otra conversación con Erráticus, tratamos de clasificarme en una de las categorías según tu grado de creyente o ateo. Jamás pensé que aquello fuese tan intrincado: agnóstico débil, ateo fuerte, ateo débil, etcétera… Y según las definiciones de cada categoría, no me veía encajando en ninguna de ellas completamente. Además, los matices y sutilezas de mi postura pueden ir cambiando con el tiempo. No me gusta encasillarme. Soy una persona a la que le gusta centrarme en los fenómenos, dejando como algo secundario el nombre que se les dé a ellos. Las definiciones y clasificaciones dependen en muchas ocasiones de límites arbitrarios, que por ello no considero demasiado importantes. Es cuestión de palabras, simplemente. Yo prefiero exponer mis razones e ideas, y que ya cada uno me clasifique donde considere oportuno. Juzgad por vosotr@s mism@s.
—Mmm… bueno, es que lo que dices es que tú interpretas que eso es Dios, pero yo pienso que puede ser otra cosa. —¿Dije algo de la explicación de arriba? No estoy seguro. —Uno puede interpretar que eso es Dios, pero puede tener otra causa, no tiene por qué ser esa.
En este momento, viendo que en el tiempo que estaban invirtiendo conmigo se les estaba escapando mucha más gente (cosa en la que yo ya había pensado cuando decidí pararme a hablar con ellos, jeje), y tal vez porque no les resultase cómodo ver cuestionadas sus ideas de esa forma, decidieron terminar. Me entregaron el folleto que estaban repartiendo, que debía de ser su objetivo principal desde el principio. Volvió a hablar el primero de los dos.
—Bueno, de todas formas, mira esto, entra en la página web a ver si cambias de opinión. ¿Lo harás? —Siempre con su sonrisa.
—Sí, sí. —Le dije. Supongo que algún día tendré que visitarla :P
—Sí, sí. —Le dije. Supongo que algún día tendré que visitarla :P
Cuando terminó conmigo, se volvió rápidamente para no dejar escapar a un viandante que ya casi había superado la "zona de peligro" sin ser abordado. Tuvo que frenar bruscamente para no llevarse al mormón por delante, con cara de sorpresa. "Lo siento, no he podido entretenerlos más", pensé mientras me reía por dentro. Pensé en el objeto que llevaba en la bolsa de mi mano derecha, y sonreí. Aquella tarde yo estaba de buen humor.
Más tarde, hablando con algún amigo sobre temas teológicos (Erráticus, hazte ya un blog al que pueda enlazar, hombre), he reflexionado más sobre el problema. Y creo que lo más importante para determinar la existencia o no de ese dios, es su definición. Poniendo ejemplos, tenemos el Dios de las religiones monoteístas, "conocido" por muchos, pero incluso éste tiene muy diversas interpretaciones. Uno puede tomar literalmente lo que dicen las escrituras, o ir más allá. Algunos consideran que Dios es la propia naturaleza, o por extensión, todo el Universo. No tendría problema alguno en decir que creo que Dios existe, si por Dios entiendes el Universo mismo, puesto que de hecho, lo estamos percibiendo y midiendo constantemente. Otros pueden afirmar que Dios son las leyes naturales que rigen y determinan el mundo, teniendo de esta forma el control sobre el mismo, o incluso podría entenderse Dios como la continua creación de estados de partículas a partir de la indeterminación existente en el reino cuántico. Y podríamos seguir y seguir. De modo que en ocasiones, cuando me preguntan si creo, les digo que antes de responder me definan "Dios". Y a muchos les sorprende esta pregunta, asumiendo que la única posibilidad es la primera mencionada.
Pero si nos ponemos con un Dios cuya existencia es infalsable, mi postura es más o menos la de la conversación de arriba. Aplicando la navaja de Occam, actúo en la mayoría de las ocasiones como un ateo, pero siendo totalmente estricto, y al ser infalsable, simplemente no tiene respuesta. No se puede afirmar ni que existe ni que no existe Dios. Sencillamente… la pregunta no tiene sentido. No puede responderse.
Éstas son mis razones para definirme como agnóstico, aunque existe toda una serie de nombres para estas cosas. En otra conversación con Erráticus, tratamos de clasificarme en una de las categorías según tu grado de creyente o ateo. Jamás pensé que aquello fuese tan intrincado: agnóstico débil, ateo fuerte, ateo débil, etcétera… Y según las definiciones de cada categoría, no me veía encajando en ninguna de ellas completamente. Además, los matices y sutilezas de mi postura pueden ir cambiando con el tiempo. No me gusta encasillarme. Soy una persona a la que le gusta centrarme en los fenómenos, dejando como algo secundario el nombre que se les dé a ellos. Las definiciones y clasificaciones dependen en muchas ocasiones de límites arbitrarios, que por ello no considero demasiado importantes. Es cuestión de palabras, simplemente. Yo prefiero exponer mis razones e ideas, y que ya cada uno me clasifique donde considere oportuno. Juzgad por vosotr@s mism@s.