La mañana de un sábado de principios de mes llamaron a la puerta de la calle de mi edificio, y acabé contestando yo al interfono para ver quién era. Por la hora y la voz de mujer en el portero automático pensé que sería la cartera, pero pronto esa opción quedó descartada cuando me empezó a preguntar qué opinaba de la situación política en el mundo, hablándome de las desigualdades que había entre países ricos y pobres entre otras cosas. Si no era la cartera, las siguientes opciones más probables fueron rondando por mi cabeza. Ahora parecía que eso era la introducción para hacer una encuesta de opinión política casa por casa, o tal vez se tratase de propaganda de alguna ideología de este tipo. Pero lo que iba diciendo la chica acabó dando un giro inesperado. A continuación transcribo de forma aproximada cómo fue la conversación:
— … y con las desigualdades que hay, ¿crees que un gobierno mundial sería mejor para que todo esté mejor repartido? ¿No sería mejor que todo estuviese bajo un gobierno central…?
— Puff, yo qué sé…
Mientras ella me decía estas cosas, yo no podía evitar pensar en las desigualdades sociales y de riqueza que existen dentro de países con un gobierno central como ocurre en EE.UU. o en España mismo, y cómo sólo el hecho de tener un gobierno mundial no tenía por qué suponer una gran diferencia al respecto. Era algo escéptico y esta solución dependía mucho de cómo se implementase, de modo que en efecto, no sabía la respuesta.
Pero entonces me empezó a hablar de Dios. Desearía no haberme sorprendido tanto para ahora poder recordar cómo enlazó exactamente una cosa con la otra. Me estaba diciendo algo del estilo de que estando todos unidos siguiendo las enseñanzas de Dios (asumí que hablaba del judeocristiano), las cosas nos podrían ir mejor. Decidí empezar a contestar de la forma que ya había usado otras veces, o que ya he explicado en el blog en más de una ocasión, tratando de ser educado:
— Sí, bueno, el problema es que… no tenemos ninguna prueba de que ese Dios exista… Y de hecho, hay muchísimas pruebas que apuntan a que Dios es una construcción de la mente humana…
A lo que respondió lo siguiente:
— Ah, supongo que tú creerás más en explicaciones y teorías que han enseñado en el instituto… como la teoría de la evolución…
Cada vez se iba tirando más del hilo. Sin aviso previo, de repente me encontraba en un debate sobre el creacionismo.
— Bueno… el tema es que la evolución en sí es un hecho… y la teoría de la evolución lo que hace es explicar cómo ocurrió…
En biología, "evolución" es el cambio en las características heredadas que se da en una población de organismos con el paso de las generaciones. Que este cambio se produce y se ha producido a lo largo de la historia de la vida en la Tierra es uno de los hechos mejor probados hoy en día en la ciencia, y no sólo una explicación que se enseña en el instituto. Lo que constituiría la teoría, aunque hay una cierta variación en las definiciones, sería todo el conjunto de mecanismos estudiados y propuestos (con su correspondiente comprobación), que explican cómo este cambio tiene lugar. Pero a mi breve respuesta ella contestó con uno de los argumentos más comunes del creacionismo:
— (…) pero, si por ejemplo tú ves una casa de ladrillo no piensas que se ha hecho sola sino que ha habido alguien que la ha construido y que la ha diseñado…
Argumento que obvia ciertas características que invalidan la analogía.
— Ya… pero el problema es que los ladrillos de una casa no son moléculas capaces de autoensamblarse, como muchas moléculas de la vida… creo que se están mezclando churras con merinas aquí…
La estructura que tienen las moléculas biológicas en muchos casos hace que la distribución de carga de sus electrones no sea homogénea, de manera que tienen regiones con una ligera carga positiva y otras con una ligera carga negativa. ¡Esto hace que se atraigan y adhieran entre sí de formas concretas por sí solas, dependiendo únicamente de su forma y la distribución de sus átomos! Los ladrillos de una casa no pueden hacer eso. Sólo con este dato la argumentación empezaría a desmoronarse. La conversación acabó poco después:
— Bueno… supongo que tú eres una persona a la que le gusta leer, y estudiar… ¿verdad? Nosotros tenemos unos libros que hablan de estas cosas, respondiendo a este tipo de preguntas… Otro día nos pasaremos para traer alguno y hablar contigo para que lo puedas ver.
La próxima vez que pasasen por casa yo ya no estaría allí, de modo que no pude saber qué contenían esos libros, pero mi padre (profesor de biología) me enseñó unos folletos repartidos por unos testigos de Jehová que le había llevado un alumno, y probablemente lo que me iría a traer la chica con la que hablé. Echando un vistazo a su interior uno podía ver una gran cantidad de ilustraciones (correctas) sobre muchos de los complicados mecanismos moleculares que existen en el interior de una célula. Es muy posible que usasen toda esa complejidad para argumentar que algo así sólo podría darse en la naturaleza si hubiera sido diseñado por una entidad superior, como en la analogía de la casa de ladrillo.
Pero resulta que precisamente en estos casos el mecanismo de la selección natural es bastante sencillo de entender: si dentro de una célula tenemos una molécula (por ejemplo una proteína) que por su estructura se une o reacciona con otras sustancias de una forma determinada, y el material genético con las instrucciones para fabricarla cambia, su estructura y el modo en el que reacciona podría variar. Y debido a esto pueden ocurrir varias cosas: que el cambio en la molécula no altere significativamente su estructura o función, con lo que todo sigue más o menos como antes; que la molécula altere su función reaccionando de formas perjudiciales para el organismo o que incluso deje de ser producida, lo que podría volver al ser vivo inviable o menos capaz de reproducirse; o que el cambio de la estructura molecular la haga interactuar de una forma más eficiente o reaccionar de algún modo distinto que confiera alguna ventaja al organismo al que pertenece, dándole una mayor capacidad de sobrevivir y reproducirse respecto a sus congéneres en ese entorno concreto y por tanto haciendo que en las generaciones siguientes los seres con esa modificación sean más numerosos que el resto. Con este proceso teniendo lugar una y otra vez a lo largo de miles de millones de años (que se dice pronto, pero piensa en la enormidad de la cifra), la bioquímica del interior de una célula puede volverse increíblemente complicada.
Y en muchos organismos actuales realmente lo es, un conjunto de reacciones químicas y compuestos moleculares actuando como verdaderas nanomáquinas y formando parte de mecanismos de una terrible complejidad. Para muestra esta animación de algunos de los procesos que tienen lugar en una célula eucariota del cuerpo humano, realizada por la universidad de Harvard y subtitulada en castellano con algunas explicaciones (también hay una versión más larga que da más detalles, sin música):
Viendo todo esto no es de extrañar que durante la mayor parte de la historia de la vida en la Tierra sólo haya habido organismos unicelulares, ya que toda esta maquinaria interior también tiene que evolucionar como luego lo harían características como el aspecto externo en plantas y animales.
Si el proceso de evolución ha sido además influido por una especie de "carrera armamentística" con otro organismo, como podría ser un virus, los mecanismos moleculares desarrollados a lo largo del tiempo pueden ser tremendamente interesantes. Precisamente, dos semanas antes de la conversación que narro en esta entrada pude ver en Inglaterra el estreno del documental de la BBC Secret Universe: The Hidden Life of the Cell del que recientemente se habló en Entomoblog, o incluso hoy mismo en Scientia (este último aportando un enlace para su visionado completo), que describe el funcionamiento de una célula siguiendo la invasión de un adenovirus como si de una película espectacular de ciencia ficción se tratase. Aquí dejo un fragmento del mismo que la propia BBC ha puesto disponible en YouTube:
La próxima vez que pasasen por casa yo ya no estaría allí, de modo que no pude saber qué contenían esos libros, pero mi padre (profesor de biología) me enseñó unos folletos repartidos por unos testigos de Jehová que le había llevado un alumno, y probablemente lo que me iría a traer la chica con la que hablé. Echando un vistazo a su interior uno podía ver una gran cantidad de ilustraciones (correctas) sobre muchos de los complicados mecanismos moleculares que existen en el interior de una célula. Es muy posible que usasen toda esa complejidad para argumentar que algo así sólo podría darse en la naturaleza si hubiera sido diseñado por una entidad superior, como en la analogía de la casa de ladrillo.
Pero resulta que precisamente en estos casos el mecanismo de la selección natural es bastante sencillo de entender: si dentro de una célula tenemos una molécula (por ejemplo una proteína) que por su estructura se une o reacciona con otras sustancias de una forma determinada, y el material genético con las instrucciones para fabricarla cambia, su estructura y el modo en el que reacciona podría variar. Y debido a esto pueden ocurrir varias cosas: que el cambio en la molécula no altere significativamente su estructura o función, con lo que todo sigue más o menos como antes; que la molécula altere su función reaccionando de formas perjudiciales para el organismo o que incluso deje de ser producida, lo que podría volver al ser vivo inviable o menos capaz de reproducirse; o que el cambio de la estructura molecular la haga interactuar de una forma más eficiente o reaccionar de algún modo distinto que confiera alguna ventaja al organismo al que pertenece, dándole una mayor capacidad de sobrevivir y reproducirse respecto a sus congéneres en ese entorno concreto y por tanto haciendo que en las generaciones siguientes los seres con esa modificación sean más numerosos que el resto. Con este proceso teniendo lugar una y otra vez a lo largo de miles de millones de años (que se dice pronto, pero piensa en la enormidad de la cifra), la bioquímica del interior de una célula puede volverse increíblemente complicada.
Y en muchos organismos actuales realmente lo es, un conjunto de reacciones químicas y compuestos moleculares actuando como verdaderas nanomáquinas y formando parte de mecanismos de una terrible complejidad. Para muestra esta animación de algunos de los procesos que tienen lugar en una célula eucariota del cuerpo humano, realizada por la universidad de Harvard y subtitulada en castellano con algunas explicaciones (también hay una versión más larga que da más detalles, sin música):
Viendo todo esto no es de extrañar que durante la mayor parte de la historia de la vida en la Tierra sólo haya habido organismos unicelulares, ya que toda esta maquinaria interior también tiene que evolucionar como luego lo harían características como el aspecto externo en plantas y animales.
Si el proceso de evolución ha sido además influido por una especie de "carrera armamentística" con otro organismo, como podría ser un virus, los mecanismos moleculares desarrollados a lo largo del tiempo pueden ser tremendamente interesantes. Precisamente, dos semanas antes de la conversación que narro en esta entrada pude ver en Inglaterra el estreno del documental de la BBC Secret Universe: The Hidden Life of the Cell del que recientemente se habló en Entomoblog, o incluso hoy mismo en Scientia (este último aportando un enlace para su visionado completo), que describe el funcionamiento de una célula siguiendo la invasión de un adenovirus como si de una película espectacular de ciencia ficción se tratase. Aquí dejo un fragmento del mismo que la propia BBC ha puesto disponible en YouTube:
Como muestran estos vídeos, basados en los resultados más recientes en biología molecular, los seres vivos pueden llegar a ser increíblemente complejos. Pero esto es lo que puede ocurrir cuando una larga serie de pequeños cambios se acumulan por selección a lo largo de enormes cantidades de tiempo en un numerosísimo grupo de organismos capaces de reproducirse. Y cuando se analiza de cerca, el resultado de la evolución puede tener una espectacularidad que uno nunca hubiera imaginado.